miércoles, 29 de mayo de 2013

Tu sombra coincidirá conmigo

Ella lloró al encontrarse sola en medio del silencio, su corazón como tantas veces había vuelto a agrietarse un poco más...

Él era espectador de las lágrimas que fluían a través de sus mejillas, comprendiendo que estaba frente a alguien que soportaba un dolor similar al suyo.

Completos extraños, un mismo sufrimiento. Una joven con una misión, un hombre que había dado por terminada su tarea en este mundo. Cuando el atardecer cayó en aquel lugar, sus sombras fueron juntándose hasta llegar a unirse.

¿Es esto a lo que llaman destino?

jueves, 27 de septiembre de 2012

Muchos poetas

Muchos poetas hablan de olvido
De recuerdos, de lo ya vivido.
Puedes creerles, puedes negarles
Puedes tomarlos por locos
Pero no dejar de escucharles.

No son sus palabras,
Tampoco se debe a su fama
Es el simple hecho de identificarse
Con su pena, con sus ganas…

Muchos poetas hablan de amor
Evocan al odio o a la compasion.
Puedes seguirles, puedes abandonarles
Pero ten por seguro,
Nunca podrás callarles.

No es su imagen o su prestigio
Son sus canciones, sus lecciones.
Verdades aprendidas que nos muestran a gritos.
Salidas de su alma en medio de un delirio.

Muchos poetas lloran palabras
Escupen melodias y sudan acordes de guitarra.
Puedes llamarlos idiotas, puedes desear su derrota
Pero ni la muerte los borra de nuestra memoria.

No es su estilo ni su insolencia,
Son sus sueños, son sus fuerzas,
Las razones que en el mundo sueltan.

Muchos poetas que en un disco
Han dejado su presencia.

Los proverbios del infierno

  • En tiempo de siembra, aprende; durante la cosecha, enseña y en el invierno, disfruta.
  • Lleva tu carreta y el arado sobre los huesos de los muertos.
  • El camino del exceso conduce al palacio del saber.
  • La prudencia es una solterona fea y rica que es cortejada por la incapacidad.
  • Aquel que desea pero no actúa, engendra peste.
  • El gusano perdona al arado que lo corta.
  • Sumerge en el río a quien ame el agua.
  • Un tonto y un sabio no ven el mismo árbol.
  • Aquel cuyo rostro no irradie luz, nunca será una estrella.
  • La eternidad está enamorada de los frutos del tiempo.
  • La abeja laboriosa no tiene tiempo para la tristeza.
  • Las horas de la locura las mide el reloj, pero ningún reloj puede medir las horas de la sabiduría.
  • Todo alimento saludable se coge sin red y sin trampa.
  • En años de escasez, usa número, peso y medida.
  •  No hay pájaro que vuele demasiado alto si lo hace con sus propias alas.
  • Un cuerpo muerto no venga injurias.
  • El acto más sublime consiste en poner a otro delante de ti.
  • Si el tonto persistiera en su tontería se volvería sabio.
  • La tontería es el manto de la insensatez.
  • La vergüenza es el manto del orgullo.
  • Las prisiones están construidas con las piedras de la ley; los burdeles, con los ladrillos de la religión.
  • El orgullo del pavo real es la gloria de Dios.
  • La lujuria de la cabra es la munificencia de Dios.
  • La ira del león es la sabiduría de Dios.
  • La desnudez de la mujer es la obra de Dios.
  • El exceso de tristeza es risa; el exceso de alegría es llanto.
  • El rugido de los leones, el aullido de los lobos, la furia del mar proceloso y la espada destructora son porciones demasiado grandes de la eternidad para el ojo del hombre.
  •  El zorro condena a la trampa, no a sí mismo.
  • El gozo fecunda. El dolor engendra.
  • Dejad que el hombre vista la piel del león y la mujer el vellón de la oveja.
  • El pájaro un nido, la araña una tela, el hombre la amistad.
  • El egoísta y sonriente necio y el necio que frunce malhumorado el ceño han de considerarse sabios, y podrían ser medidos con la misma vara.
  • Lo que ahora está comprobado fue sólo imaginado alguna vez.
  • La rata, el ratón, la zorra, el conejo miran las raíces; el león, el tigre, el caballo, el elefante miran los frutos.
  • La cisterna contiene, el manantial rebosa.
  • Un pensamiento llena la inmensidad.
  • Apréstate siempre a que hable tu espíritu y el hombre torvo te evitará.
  • Todo lo que es creíble, es una imagen de la verdad.
  • Jamás perdió el águila tanto tiempo como cuando aceptó aprender del cuervo.
  • La zorra provee para ella misma, pero Dios provee para él león.
  • Piensa en la mañana. Actúa al mediodía. Come al atardecer. Duerme en la noche.
  • Aquel que ha sufrido tus imposiciones te conoce.
  • Así como el arado sigue las palabras, Dios recompensa las plegarias.
  • Los tigres de la cólera son más razonables que los caballos del saber.
  • Del agua estancada espera veneno.
  • Nunca sabrás lo que es suficiente hasta que no sepas lo que es más que suficiente.
  • ¡Escucha el reproche del tonto! ¡Forman un titulo real!
  • Los ojos de fuego, la nariz de aire, la boca de agua, la barba de tierra.
  • El débil en coraje es fuerte en astucia.
  • El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer, tal como el león no  interroga al caballo sobre cómo atrapar la presa.
  • Aquel que reciba con agradecimiento rendirá una cosecha abundante.
  • Si otros no hubieran sido tontos, entonces lo seríamos nosotros.
  • El alma dulce del deleite jamás podrá ser profanada.
  • Cuando ves a un águila, estás viendo una porción de genio; levanta tu cabeza.
  • Así como la oruga elije las hojas más bellas para posar sus huevos, el sacerdote deja caer su maldición en los gozos más dulces.
  • Crear una pequeña flor es trabajo de siglos.
  • La condena estimula, la bendición relaja.
  • El mejor vino es el más añejo, la mejor agua es la más nueva.
  • Las plegarias no aran; las alabanzas no cosechan.
  • ¡Las alegrías no ríen! ¡Las penas no lloran!
  • La cabeza, lo Sublime; el corazón, lo patético; los órganos genitales, lo Bello; las manos y los pies, la Proporción
  • Como el aire al pájaro o el agua al pez, así es el desprecio para el despreciable.
  • El cuervo quisiera que todo fuera negro; el buho, que todo fuera blanco.
  • La exuberancia es belleza.
  • Si la zorra lo aconsejara, el león sería astuto.
  • El perfeccionamiento traza caminos rectos; pero los torcidos y sin perfeccionar son los caminos del genio.
  • Mejor matar a un niño en su cuna que alimentar deseos que no se llevan a la práctica.
  • Donde no está el hombre, la naturaleza es estéril.
  •  La verdad nunca puede decirse de modo que sea comprendida sin ser creída.
  • ¡Suficiente! o Demasiado.
Los antiguos poetas animaban todos los objetos sensibles con dioses o genios. Les prestaban nombres de bosques, ríos, montañas, lagos, ciudades, naciones y de todo lo que sus dilatados y numerosos sentidos podían percibir. Y en particular estudiaban el genio de cada ciudad o país y los colocaban bajo el patrocinio de su divinidad mental.

Hasta que se formó un sistema del cual algunos se aprovecharon para esclavizar al vulgo pretendiendo comprender o abstraer las divinidades mentales de sus objetos. Así comenzó el sacerdocio. Que escogió formas de culto tomándolas de cuentos poéticos. Hasta que por fin sentenciaron que eran los dioses quienes habían ordenado aquello.

Así los hombres olvidaron que todas las deidades residen en el pecho humano.

William Blake.

martes, 25 de septiembre de 2012

Por falta de palabras...


Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una bella mañana de abril.

Una bella mañana de abril, en una callecita lateral del elegante barrio de Harajuku en Tokio, me crucé con la chica 100% perfecta. A decir verdad, no era tan guapa. No sobresalía de ninguna manera. Su ropa no era nada especial. En la nuca su cabello tenía las marcas de recién haber despertado. Tampoco era joven —debía andar alrededor de los treinta—, ni si quiera cerca de lo que comúnmente se considera una “chica”. Aún así, a quince metros sé que ella es la chica 100% perfecta para mí. Desde el momento que la vi algo retumbó en mi pecho y mi boca quedó seca como un desierto.

Quizá tú tienes tu propio tipo de chica favorita: digamos, las de tobillos delgados, o grandes ojos, o delicados dedos, o sin tener una buena razón te enloquecen las chicas que se toman su tiempo en terminar su merienda. Yo tengo mis propias preferencias, por supuesto. A veces en un restaurante me descubro mirando a la chica de la mesa de junto porque me gusta la forma de su nariz.

Pero nadie puede asegurar que su chica 100% perfecta corresponde a un tipo preconcebido. Por mucho que me gusten las narices, no puedo recordar la forma de la de ella —ni siquiera si tenía una—. Todo lo que puedo recordar de forma segura es que no era una gran belleza. Que extraño.

—Ayer me crucé en la calle con la chica 100% perfecta —le digo a alguien.
—¿Sí? —él dice— ¿Estaba guapa?
—No realmente.
—De tu tipo entonces.
—No lo sé. Me parece que no puedo recordar nada de ella, la forma de sus ojos o el tamaño de su pecho.
—Raro.
—Sí. Raro.
—Bueno, como sea —me dice ya aburrido— ¿Qué hiciste? ¿Le hablaste? ¿La seguiste?
—Nah, sólo me crucé con ella en la calle.

Ella caminaba de este a oeste y yo de oeste a este. Era una bella mañana de abril...

Ojalá hubiera hablado con ella. Media hora sería suficiente: sólo para preguntarle acerca de ella misma, contarle algo acerca de mi, y —lo que realmente me gustaría hacer— explicarle las complejidades del destino que nos llevaron a cruzarnos uno con el otro en esa calle en Harajuku en una bella mañana de abril en 1981. Algo que seguro nos llenaría de tibios secretos, como un antiguo reloj construido cuando la paz reinaba en el mundo.

Después de hablar, almorzaríamos en algún lugar, quizá veríamos una película de Woody Allen, parar en el bar de un hotel para unos cócteles. Con un poco de suerte, terminaríamos en la cama. La posibilidad toca en la puerta de mi corazón. Ahora la distancia entre nosotros es de apenas 15 metros ¿Cómo acercármele? ¿Qué debería decirle?

—Buenos días señorita, ¿podría compartir conmigo media hora para conversar?

Ridículo. Sonaría como un vendedor de seguros.

—Discúlpeme, ¿Sabría usted si hay en el barrio alguna lavandería 24 horas?

No, simplemente ridículo. No cargo nada que lavar, ¿Quién me compraría una línea como esa? Quizá simplemente sirva la verdad: "Buenos días, tú eres la chica 100% perfecta para mi". No, no se lo creería. Aunque lo dijera es posible que no quisiera hablar conmigo.

Perdóname, podría decir, es posible que yo sea la chica 100% perfecta para ti, pero tú no eres el chico 100% perfecto para mí. Podría suceder, y de encontrarme en esa situación me rompería en mil pedazos, jamás me recuperaría del golpe, tengo treinta y dos años, y de eso se trata madurar.

Pasamos frente a una florería. Un tibio airecito toca mi piel. La acera está húmeda y percibo el olor de las rosas. No puedo hablar con ella. Ella trae un suéter blanco y en su mano derecha estruja un sobre blanco con una sola estampilla. Así que ella le ha escrito una carta a alguien, a juzgar por su mirada adormecida quizá pasó toda la noche escribiendo. El sobre puede guardar todos sus secretos.

Doy algunas zancadas y giro: ella se pierde en la multitud. Ahora, por supuesto, sé exactamente qué tendría que haberle dicho. Tendría que haber sido un largo discurso, pienso, demasiado tarde como para decirlo ahora. Se me ocurren las ideas cuando ya no son prácticas. Bueno, no importa, hubiera empezado: “Érase una vez” y terminado con “Una historia triste, ¿no crees?”

Érase una vez  un muchacho y una muchacha. El muchacho tenía dieciocho y la muchacha dieciséis. Él no era notablemente apuesto y ella no era especialmente bella. Eran solamente un ordinario muchacho solitario y una ordinaria muchacha solitaria, como todos los demás. Pero ellos creían con todo su corazón que en algún lugar del mundo vivía el muchacho 100% perfecto y la muchacha 100% perfecta para ellos. Sí, creían en el milagro. Y ese milagro sucedió.

Un día se encontraron en una esquina de la calle.

—Esto es maravilloso —dijo él— Te he estado buscando toda mi vida. Puede que no creas esto, pero eres la chica 100% perfecta para mí.
—Y tú —ella le respondió— eres el chico 100% perfecto para mi, exactamente como te he imaginado en cada detalle. Es como un sueño.

Se sentaron en la banca de un parque, se tomaron de las manos y dijeron sus historias hora tras hora. Ya no estaban solos. Qué cosa maravillosa encontrar y ser encontrado por tu otro 100% perfecto. Un milagro, un milagro cósmico. Sin embargo, mientras se sentaron y hablaron una pequeña, pequeñísima astilla de duda echó raíces en sus corazones: ¿Estaba bien si los sueños de uno se cumplen tan fácilmente?

Y así, tras una pausa en su conversación, el chico le dijo a la chica:  —Vamos a probarnos, sólo una vez. Si realmente somos los amantes 100% perfectos, entonces alguna vez en algún lugar, nos volveremos a encontrar sin duda alguna y cuando eso suceda y sepamos que somos los 100% perfectos, nos casaremos ahí y entonces, ¿Cómo ves?
—Sí —ella dijo— eso es exactamente lo que debemos hacer.

Y así partieron, ella al este y él hacia el oeste. Sin embargo, la prueba en que estuvieron de acuerdo era absolutamente innecesaria, nunca debieron someterse a ella porque en verdad eran el amante 100% perfecto el uno para el otro y era un milagro que se hubieran conocido. Pero era imposible para ellos saberlo, jóvenes como eran.

Las frías, indiferentes olas del destino procederían a agitarlos sin piedad. Un invierno, ambos, el chico y la chica se enfermaron de influenza, y traspasaron semanas entre la vida y la muerte, perdieron toda memoria de los años primeros. Cuando despertaron sus cabezas estaban vacías como la alcancía del joven D. H. Lawrence.

Eran dos jóvenes brillantes y determinados, a través de esfuerzos continuos pudieron adquirir de nuevo el conocimiento y la sensación que los calificaba para volver como miembros hechos y derechos de la sociedad. Bendito el cielo, se convirtieron en ciudadanos modelo, sabían transbordar de una línea del subterráneo a otra, eran capaces de enviar una carta de entrega especial en la oficina de correos. De hecho, incluso experimentaron otra vez el amor, a veces el 75% o aún el 85% del amor. El tiempo pasó veloz, y pronto el chico tuvo treinta y dos, la chica treinta.

Una bella mañana de abril, en búsqueda de una taza de café para empezar el día, el chico caminaba de este a oeste, mientras que la chica lo hacía de oeste a este, ambos a lo largo de la callecita del barrio de Harajuku de Tokio. Pasaron uno al lado del otro justo en el centro de la calle. El débil destello de sus memorias perdidas brilló tenue y breve en sus corazones. Cada uno sintió retumbar su pecho. Y supieron: Ella es la chica 100% perfecta para mí. Él es el chico 100% perfecto para mí.

Pero el resplandor de sus recuerdos era tan débil y sus pensamientos no tenían ya la claridad de hace catorce años. Sin una palabra, se pasaron de largo, uno al otro, desapareciendo en la multitud. Para siempre. Una historia triste, ¿no crees?

Sí, eso es, eso es lo que tendría que haberle dicho.


Haruki Murakami

Espero curarme de ti



Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Jaime Sabines

viernes, 21 de septiembre de 2012

Oro y otoño

El amante de los tiempos de oro

Solitario la mayoría de las veces,
encerrado en las memorias que prevalecen.
¿Quién puede ser? Aquel hombre de amable semblante.
Cuyo anhelo debe ser algo más valioso que un diamante.

¿Hacia donde dirige sus ojos? ¿Y por qué?
Tal vez, tanta curiosidad de mi parte no este bien.
Acercarme es imposible, además él parece tan inadmisible…
Así que no lo intento, no hay manera ni posibilidad de un encuentro.

“El amante de los tiempos de oro” lo han hecho llamar.
Al fin de cuentas no fui la única en notarlo al pasar.
Parece vivir recordando el pasado,
sonriéndole a las sombras de algo ya lejano:
los tiempos en que fue feliz, momentos dichosos debo insistir.

¿Podrá algún día volver al presente?
En este lugar donde hay tanta gente.
¿Podrá algún día volver a reír?
Yo aún espero que sea así.

Amante de los tiempos de oro,
aun sin saberlo tiene ese rostro que adoro.
Sólo puedo observar y especular,
y él permanecer quieto en su lugar.

No sabe mi nombre ni mi edad;
pero no importa, estamos igual.
Debo haber enloquecido al sentir atracción por un desconocido,
también por que sé que ignora mi presencia,
aunque eso es lo de menos, yo sólo no deseo su ausencia.

Amante de los tiempos de oro,
si algún día decides amar otro tesoro,
por favor, sólo dirige tu vista hacia el frente,
y veras que no tienes nada que perder realmente.

Amante de los tiempos de oro,
hasta entonces ahí estaré indudablemente.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Los ojos de la chica de otoño

La he visto diariamente andando de aquí para allá,
luciendo una alegría digna de admirar.
¿Habrá algún motivo en especial?
Sin querer, me lo he llegado a preguntar.

No la conozco, no sé su nombre ni su edad,
pero no importa, tal vez un día lo llegue a averiguar.
La chica cuyos ojos no me he atrevido a mirar,
aun cuando sé que su vista se dirige hacia este lugar.

Su estación predilecta es el otoño,
eso es lo que han dicho las personas de su entorno.
Para mí, ella encaja en todos los tiempos,
y su sonrisa es algo que debe durar en todo momento.

¿Qué es lo que la orilla a verme?
Yo… que parezco tan indiferente.
“Él es extraño” seguramente es lo que piense.
Chica de otoño, no te equivocas realmente.

A veces pienso en responder a sus miradas,
pues fue así como devolvió la vida a mi alma.
No más añorar al ayer,
gracias a ella tengo algo nuevo que querer.
Aunque aun no puedo acercarme sin temer.

Los ojos de la chica de otoño vuelven a posarse sobre mí, como cada tarde,
y yo observo hacia otro lugar para no delatarme.
No parece molestarse… ella es tan tranquila y agradable…

Chica de otoño, no te preocupes, prometo algún día llegar a ti.
Has podido dejarme sin aliento, debo admitir.
Quien iba a decirlo, hiciste que el amante de los tiempos de oro
lograra anhelar otro tesoro.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Again


No hay seguridad en mis palabras como tampoco la hay en mi corazón. Aún cuando decidí seguir adelante, dejar que el tiempo me ayudase a encontrar el valor suficiente para encararte con la certeza de que podría sonreirte sinceramente, como quien ve a un viejo amigo con el que no habla desde hace años; y no como la persona que alguna vez deseo que tu amabilidad fuese algo más que sólo eso.

Si alguna vez te viese de nuevo, me pregunto de qué modo debería actuar. Definitivamente, no he logrado deshacerme por completo de mis sentimientos, y un reencuentro sería algo doloroso. No quiero tener que admitir abiertamente que tu sonrisa sigue siendo cautivante para mí. De tal modo que si alguna vez nos encontraramos, tendrás que perdonar que no pueda mantener una conversación fluida contigo. Yo no he olvidado… me falta más tiempo para eso.

Poco a poco he logrado entenderlo, no hay quien pudiese sustituir tu lugar, pero al menos, si quien pueda tener el suyo propio, un sitio único donde no necesitase competir contra ti.

Aunque para ti pase desapercibido, no puedo pretender culparte, ya has dicho y hecho suficiente, lo demás corre por mi cuenta. Los pensamientos que nunca van a llegar a ti, uno por uno, los iré tirando al vacío y cuando al fin termine, podré sonreirte nuevamente, saludarte y quizás alegrarme de haberte visto otra vez.

martes, 29 de mayo de 2012

Besos

Porque a la hora de hablar de besos, quizas ella fuera la menos indicada...

Cuentos de hadas, doramas, mangas, e incluso uno que otro libro que había leído hace bastante tiempo en sus ratos libres, era todo cuanto tenía de información acerca de ese contacto tan intimo que se llevaba a cabo entre dos personas que se amaban. Viendolo de un modo objetivo, no era más que llevar tus labios sobre los de otra persona, aunque segun escucho de algunas chicas, habia distintas maneras de dar un beso.

Ella no podria ni siquiera imaginarselas, sus experiencias no servirian en este caso, porque simple y sencillamente la unica vez que fue besada, lo hizo su antiguo amor de la infancia, y no fue precisamente algo muy agradable. Desde pequeña siempre idealizo que ese momento sería en el lugar y con la persona indicada. Tristemente, no ocurrio de esa manera, y en ocasiones dudaba de que algun dia volviera a pasar, es decir, nunca sería besada de verdad por alguien, al menos no mientras estuviera en sus 5 sentidos.

Suspiró llevando las manos a su cabeza, ni con todos las explicaciones del mundo lograria entender como son los besos, o de que manera interpretar los sentimientos que producen en el ser humano. Para empezar, ella carecia del impulsor esencial de dicho acto, y aborrecia cualquier tipo de contacto fisico con alguien del sexo opuesto; pero por más que se quejara, hay situaciones que son inevitables, como el hecho de que su nuevo encargo en Love Me sea participar en el comercial de un lapiz labial. Debía admitir que se emociono bastante al saber que fue elegida, despues de todo se trataba de una marca reconocida, y ella es una amante de los cosmeticos, era casi un sueño ser requerida ahi; sin embargo, todo sueño acaba, y el suyo finalizo cuando el director le explico que la escena principal sería un beso entre ella y su compañero.

Les aseguraron que no tendría que ser nada del otro mundo, sólo un fino roce, casi imperceptible, aunque lo suficientemente potente para transmitir sentimientos profundos. Kyoko rió internamente, ese director era un cursi de primera, pero decir en voz alta lo que pensaba acerca de todo eso era equivalente a firmar su carta de renuncia, más un regaño de Sawara-san y el presidente Lory. Se calló y converso con el otro actor un poco para tomar confianza y sacar el comercial sin contratiempos, aunque no tuvo el efecto deseado, al parecer ambos eran inexpertos en el tema, la unica diferencia radicaba en que él si tenia sus capacidades de amar en buenas condiciones, ademas de una linda novia que venia a darle animos casi todos los días.

La pareja le simpatizaba, el chico era timido y algo distraido, un principiante como ella. Su novia, una chica dulce e igual de timida. Se preguntaba de que manera fue que llegaron a concretar su relación teniendo ambos ese caracter, aunque no era algo de su incumbencia. Lo unico importante era que debia lograr transmitir los sentimientos que el director pedia, aun si eso significaba pasar día y noche pegada a revistas, y demás fuentes de información para darse una idea de lo que es un beso verdadero.

—Sabes que hojeando eso no conseguiras nada ¿Verdad?
—Pero Moko-san...
—Si fuera tan simple, ese director ya le hubiera dado el visto bueno a su actuación, y sin embargo no ha sido asi.
—¿Y que se supone que debo hacer? Yo no soy una conocedora.
—Eso ya lo sé.
—¿Que hay de ti, Moko-san?
—No... no es algo que te concierna —respondio sonrojandose.
—¿Eh? ¡Pero si soy tu unica mejor amiga! —Sus ojos amenazaron con soltar lagrimas.
—No comiences a lloriquear ¿Quieres? No hay mucho que pueda contarte. No tengo tiempo para novios, todos mis besos han sido actuados.
—¿Entonces nunca has dado un beso verdadero?
—Pues no. —El rubor en sus mejillas era ahora más notorio.
Kyoko suspiró. —Se puede decir que yo tampoco.
—¿A que te refieres con eso?
—Nunca me habian pedido actuar un beso, y... sólo he sido besada una vez en mi vida, por un idiota. Vea por donde lo vea eso no cuenta como algo verdadero. No es la definicion que ese director con complejo de novelista nos dijo.
—Creo tener una idea de que es lo que ese hombre espera, pero dada nuestras circunstancias como miembros de Love Me, es poco probable que consigamos comprenderlo del todo.
—¡Es lo mismo que pense! ¿Como podria yo saberlo? Es una locura, aun ahora me parece ridiculo —comento—, pero mi compañero se ve tan motivado por el comercial que no tengo las agallas para renunciar.
—¿Y porque no le pides ayuda?
—No, no —dijo, negando con la cabeza—. Él tiene una novia y sería bastante extraño, además tampoco es un experto.
—En ese caso busca a alguien más.
—¿A alguien más?
—Si, alguien con experiencia tanto en actuación como en sentimientos.

Actuación y sentimientos, una persona competente que tuviera la maestria suficiente para interpretar las emociones que hay en un beso entre dos enamorados, que ya hubiera actuado ese tipo de papeles, y que además se lo mostrara de manera que ella lo asimilara a la primera. Alguien confiable, profesional, y sobre todo dispuesto a enseñarle a una cabeza hueca, aunque no tuviera una gran paciencia.

—Creo saber quien —musito, tras permanecer callada varios minutos, intentando encontrar en su mente a la persona adecuada.
—¿En serio? Bien, sé en quien piensas, iba a sugerirlo pero supuse que te opondrias o algo.
—¿Como voy a oponerme? No hay nadie más en quien pueda confiar.
—Si lo pones de ese modo, pues tienes razon.
—Por eso mismo... —Una mirada llena de decision adorno su rostro— ¡Moko-san enseñame a besar!

Las palabras de su autonombrada mejor amiga eran reales, y terrorificamente rotundas. La cara de Kotonami se torno sombria ¿Acaso esa mujer podía ser tan tonta? No veia un modo coherente por el cual ella hubiese llegado a tal conclusión. Una persona que pudiese indicarle lo que es un beso, no la iba a encontrar jamas en Love Me.

—¡De ninguna manera!
—No digas eso Moko-san ¡Besame!
—¡No!
—¡Te lo ruego! —El llanto melodramatico que tanto detestaba inundo el rostro de Kyoko— Es ahora o nunca ¡Dame un beso, Moko-san!
—¿Podrias dejar de actuar como una idiota?
—¡Moko-san, hidoii! Te lo pido como favor.
—¡No quiero!
—¡Si no lo haces tu, no lo hara nadie!
—Es preferible eso, grandisima tonta —La verdad, esto parecia ya uno de esos manga para caballeros. A veces, era sorprendente la estupida manera de funcionar del sentido comun de Mogami Kyoko. No sabría decir si ella era demasiado morbosa o Kyoko era exageradamente inocente. 

Aqui y en cualquier planeta, un beso verdadero es claramente "verdadero" por el hecho de darselo a la persona de la que estas enamorado, incluso alguien como ella podía discernirlo; pero su boba compañera aun no caia en cuenta de ello. Ahora entendía mejor porque el director de aquel comercial todavia no quedaba conforme. Ciertamente, el titulo de miembro destacado de Love Me le venía perfecto. El hombre que amas y tu aún no oficial mejor amiga no son iguales ¿No es algo lógico? Trataria de hacerla entrar en razón para que detuviera esta locura.

 —¿Mo... Mogami-san? —El actor estrella de LME las observaba completamente pasmado, todo indicaba que llevaba ya algun tiempo parado ahi. Kanae llevo una mano a su frente, esto era lo unico que faltaba. Precisamente, el hombre que sin dudas estaría en primera fila para enseñarle a la torpe del cabello naranja lo que era un beso real,    


<PENDIENTE>